En algunas ocasiones la carne de cerdo ha sido vista con malos ojos sin embargo pocos se resisten a unos dorados y sabrosos chicharrones, al lomo relleno, a un arroz aguado con hueso de cerdo, a un filete perfectamente asado en las brasas o a unas tiernas y jugosas costillas a la barbacoa.

¿De dónde le viene la mala fama? Una de las primeras razones que la gente encuentra para rechazar la carne de cerdo es que se le atribuye la transmisión de enfermedades como la cisticercosis. Actualmente existen exhaustivos controles sanitarios que hacen este hecho muy difícil, este tipo de bacterias se destruyen mediante un manejo adecuado y una cocción completa.

Se recomienda que para disfrutar este alimento de forma segura, debes verificar que al cocinarse alcance una temperatura interna de 145 ° C.

Otro punto en contra del cerdo es que se le ha catalogado como un producto rico en colesterol. Sin embargo, el cerdo entra dentro de cualquier dieta saludable y equilibrada, siempre que se consuma en las cantidades adecuadas

La carne de cerdo destaca por su alto contenido en proteínas de gran valor biológico y el aporte de minerales como potasio, fósforo, zinc y hierro, y vitaminas del grupo B como la B1, B3, B6 y B12, según la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación.

Además desde pork.org aseguran que, hoy en día, el cerdo se compara favorablemente con la grasa y el colesterol de muchos otros tipos de carnes y aves de corral. Agrega también que es de fácil digestión y muchos cortes son tan magros como el pollo. Respecto a las calorías, que tanto preocupa a todos, hay que tener en cuenta que una porción de tres y media onzas de lomo de cerdo solo tiene 111 kcal. Así, según porcinos.org, la carne de cerdo cocinada a la plancha con poca grasa está totalmente recomendada en dietas hipocalóricas.